Construccion Social de la Realidad (MDCM)


Construccion Social de la Realidad (MDCM)


Introducción

Conociendo la premisa que el comportamiento humano esta fuertemente ligado a la continua interferencia socialmente determinada, surgen una serie de preguntas dentro de las cuales destaca la interrogante sobre ¿Quienes dictan los parámetros del ordenamiento social? Las grandes cúpulas del poder son los encargados de guiar al rebaño mundial por el camino que consideran apropiado, y conveniente en sus planes, abordaremos en el ensayo las formas de manipulación usadas actualmente y los tipos de instituciones y roles que hacen de su funcionamiento mecanismos de control social. y si de mecanismo de control social se trata no hay uno mas eficaz que el miedo, y surge lo que se ha denominado ‘’la cultura del miedo’’ fuertemente impulsado por los grandes grupos económicos que hacen uso de las mas eficaces herramientas que la modernidad les ha otorgado, los medios de comunicación masiva, son los encargados de reproducir tan maquiavélicos planes y llevarlos a nuestros hogares de forma hegemónica y abusiva. Se hablara de la utilización de los aparatos ideológicos de la globalización ‘’medios de comunicación masiva’’ para entregarnos de forma violenta basura televisiva, información que está contaminada. Que nos envenena la mente, nos contamina el cerebro, nos manipula, nos intoxica y que además intenta instalar en nuestros inconscientes ideas que no son las nuestras. Por eso, es necesario elaborar lo que podría denominarse una limpieza de la información». Con el fin de higienizar, separar la información de la «marea negra» de las mentiras,

Si decimos que la ética y los medios no van siempre de la mano, no descubrimos nada nuevo. Como apuntan las voces más expertas, la construcción social de la realidad responde hoy más que nunca a la construcción mediática de la realidad, como ha escrito van Dijk:

“Los medios informativos no describen pasivamente ni registran los sucesos notíciales del mundo, sino que los reconstruyen activamente”.

En la nueva guerra ideológica que impone la mundialización, los medios de comunicación son utilizados como un arma de combate. La información, debido a su explosión, su multiplicación, su sobreabundancia, se encuentra literalmente contaminada, envenenada por todo tipo de mentiras, por los rumores, las deformaciones, las distorsiones, las manipulaciones. Los Medios de comunicación masiva y mundialización liberal están íntimamente ligados. Por eso, es urgente desarrollar una reflexión sobre la manera en que los ciudadanos pueden exigir a los grandes medios de comunicación mayor ética, verdad, respeto

La construcción social de la realidad responde hoy más que nunca a la construcción mediática de la realidad

Muchos no tienen en cuenta la dimensión central que hoy ocupan los procesos de comunicación y de representación mediática en la construcción social de la realidad, el impacto de los medios, su fuerza emotiva y sensorial, lejos de ayudar a construir ese frágil edificio de la convivencia, esta agravando las relaciones humanas y dictaminando nuestro comportamiento, en cuanto a los problemas más acusados en el caso de los tratamientos poco éticos por parte de los medios de comunicación, están los prejuicios y estereotipos, como generalizaciones rígidas e irracionales que ofrecen una imagen distorsionada de toda una categoría de personas, están, por desgracia, en la base no sólo de informaciones periodísticas y contenidos televisivos, sino también, de la propia sociedad que adapta los prejuicios a su experiencia personal adquiriendo actitudes racistas y discriminatorias...

El saber práctico de la ética se aprende más por la vía del comportamiento y del ejemplo que con teorías. De ahí que sean tan influyentes los modelos que transmiten la televisión o los personajes públicos.

En este contexto, los medios no aspiran hoy a ser el cuarto poder. No es su preocupación. Pero, curiosamente, al transformarse en actores principales de la dinámica principal de nuestro tiempo, los grandes mega grupos son como las grandes empresas, actores principales de la dinámica dominante de nuestra sociedad. En realidad, quieren más. No se contentan con ser el cuarto poder, ahora lo que quieren es transformarse sencillamente en el aparato ideológico y difusor de la globalización. Algo similar que ocurrió cuando los conquistadores llegaron América utilizando el aparato ideológico institucional de la Iglesia, como apoyo a la conquista. En el siglo XXI la situación es la siguiente, a la penetración de la globalización, le acompaña también un aparato ideológico, es decir el sistema mediático, que efectivamente instala la idea de una manera extremadamente compleja, refiriéndose a que la globalización es lo mejor que nos podría ocurrir, que nos constituye cada vez mas como ciudadanos del mundo, capaces de conocer en cosa de segundos lo que pueda ocurrir en otras latitudes del orbe y nos mantiene cada vez mas interrelacionados.

Establece de manera muy inconciente y permanente una idea muy difícil de combatir: que la globalización es sinónimo de modernización, de progreso. Es muy difícil estar en contra de esto cuando en realidad la globalización, para miles de millones de personas, es regresión. Y el aparato ideológico está repitiendo esta idea una y otra vez. Hoy día, el aparato mediático adquiere protagonismo. Porque la jerarquía de poderes, se ha movido con la globalización. El primer poder es el financiero, el segundo es el mediático y el tercero es el político.

El verdadero poder Mediático es actualmente detentado por un conjunto de grupos económicos planetarios y de empresas globales cuyo peso en los negocios del mundo resulta a veces más importante que el de los gobiernos y los Estados. Ellos son los «nuevos amos del mundo» y quienes a través de su mas fiel instrumento difusor pautean los roles de la sociedad y sus limitantes.

Desde entonces, las empresas mediáticas se ven tentadas de conformar grupos para reunir en su seno a todos los medios de comunicación tradicionales (prensa, radio, televisión, etc.), pero además a todas las actividades de lo que podríamos denominar los sectores de la cultura de masas, de la comunicación y la información. Estas tres esferas antes eran autónomas: por un lado, la cultura de masas con su lógica comercial, sus creaciones populares, sus objetivos esencialmente mercantiles; por el otro, la comunicación, en el sentido publicitario, el marketing, la propaganda, la retórica de la persuasión; y finalmente, la información con sus agencias de noticias, los boletines de radio o televisión, la prensa, los canales de información continua, en suma, el universo de todos los periodismos. Estas tres esferas, antes tan diferentes, se articularon poco a poco para constituir una sola y única esfera monumental en cuyo seno resulta cada vez más difícil distinguir las actividades concernientes a la cultura de masas, la comunicación o la información. Por añadidura, estas empresas mediáticas gigantes, son productores en cadena de símbolos que multiplican la difusión de mensajes de todo tipo,
Estas mega empresas contemporáneas, mediante mecanismos de concentración, se apoderan de los sectores mediáticos más diversos en numerosos países, en todos los continentes, y se convierten de esta manera, por su peso económico y su importancia ideológica, en los principales instituciones y actores de la mundialización liberal.


La mundialización es también la mundialización de los medios de comunicación masiva, de la comunicación y de la información. Preocupados sobre todo por la preservación de su gigantismo, que los obliga a cortejar a los otros poderes, estos grandes grupos ya no se proponen, como objetivo cívico, ser un «cuarto poder» ni denunciar los abusos contra el derecho, ni corregir las disfunciones de la democracia para pulir y perfeccionar el sistema político. y menos aún, actuar como un contrapoder. Su rol en esta sociedad es mantener a la masa bajo el yugo hegemónico del poder institucional que designara los roles de cada individuo en la sociedad.

Hoy, los medios en nuestro país han acumulado un gran poder que los ubica a “la derecha del padre”, es decir, como un factor real de poder creciente y determinante en la conducción y destino de la nación y la sociedad. Creciente porque frente a otros poderes o instituciones, fundamentalmente políticos y religiosos, llegan a sobrepasarlos, los dueños de los medios luchan para mantener sus prerrogativas y hacen uso de su imán como aliado fundamental de cualquier grupo o sector del poder; se hacen imprescindibles para la política y la economía. Los medios masivos de comunicación (emisoras de radio, prensa escrita, canales de televisión, Internet) tienden cada vez más a agruparse en el seno de inmensas estructuras para conformar grupos mediáticos con vocación mundial. Y desde allí surge mayormente nuestra forma de pensar y opinar guiada con mesura, Si bien es posible afirmar que el hombre posee una naturaleza, es más significativo decir que el hombre construye su propia naturaleza, el problema surge cuando tratamos de comprender ¿quien realmente esta construyendo nuestras vidas?, ¿desde que lugar están siendo moldeada nuestra existencia?, la habituación frente al televisor se hace cada vez mas frecuente, pasando a ser uno de los medios difusores de cultura mas amplios en el mundo, la televisión como institución es la encargada de establecer pautas determinadas que generan control de un grupo social determinado que acceda como espectador y va adoptando a exigencia de la televisión un modo de ver, actuar y percibir la realidad.

Los grandes medios de comunicación privilegian sus intereses particulares en detrimento del interés general y confunden su propia libertad con la libertad de empresa, considerada la primera de las libertades. Pero la libertad de empresa no puede, en ningún caso, prevalecer sobre el derecho de los ciudadanos a una información rigurosa y verificada ni servir de pretexto a la difusión consciente de informaciones falsas o difamaciones. La libertad de los medios de comunicación es solo la extensión de la libertad colectiva de expresión, fundamento de la democracia. Como tal, no puede ser confiscada por un grupo de poderosos. Implica, por añadidura, una «responsabilidad social» y, en consecuencia, su ejercicio debe estar, en última instancia, bajo el control responsable de la sociedad.

Los dueños de los medios son los generadores de cultura y difunden de manera irresponsable, el consumismo exacerbado, la violencia con placer, el miedo y la inseguridad se vuelven fenómenos de masa, principalmente es la cuadrada cajita de televisión, que nos hace la viciosa invitación a sentarnos frente a ella en familia, y transformarnos en simples receptores del circo televisivo al cual nos enfrentamos, convirtiéndonos o adquiriendo el rol de espectadores, amenazas y crimenes atraen audiencia es por eso que se hace cada vez mas difícil ver informes que cubran eventos internacionales. En los hechos la mayor parte de los minutos al aire son repartidos en informes policiales, reportajes banales y servicios al espectador, en la actualidad las palabras han resultado armas eficaces para fundar desconfianza en variadas sociedades jactándose de este miedo colectivo, promueven la elección ciudadana entre las libertades y la seguridad, la cual la masa enajenada presa del miedo y el desconcierto opta por ceder libertades a cambio de una ciudad repleta de cámaras, botones de pánico y una violenta presencia policial en las calles principales de la ciudad, poblaciones, parques, etc

Conclusión


Creo que la cuestión central, volviendo a mi comentario original, no es simplemente la manipulación informativa, sino algo de dimensiones mucho mayores. Se trata de si queremos vivir en una sociedad libre o bajo lo que viene a ser una forma de totalitarismo auto impuesto, en el que el rebaño desconcertado se encuentra, además, marginado, dirigido, amedrentado, sometido a la repetición inconsciente de eslóganes patrióticos, e imbuido de un temor reverencial hacia el líder que le salva de la destrucción, mientras que las masas que han alcanzado un nivel cultural superior marchan a toque de corneta repitiendo aquellos mismos eslóganes que, dentro del propio país, acaban degradados. Parece que la única alternativa esté en servir a un estado mercenario ejecutor, con la esperanza añadida que otros vayan a pagarnos el favor de que les estemos destrozando el mundo. Estas son las opciones a las que hay que hacer frente. Y la respuesta a estas cuestiones está en gran medida en manos de gente como ustedes y yo.

La cuestión cívica que se nos plantea de ahora en adelante es la siguiente: ¿cómo reaccionar? ¿Cómo defenderse? ¿Cómo resistir a la ofensiva de este nuevo poder que, de alguna manera, ha traicionado a los ciudadanos y se ha pasado con todos sus efectos al enemigo? Es necesario, simplemente, crear un “quinto poder”. Un quinto poder que nos permita oponer una fuerza cívica ciudadana a la nueva coalición dominante. Un quinto poder cuya función sería denunciar el superpoder de los medios de comunicación, de los grandes grupos mediáticos, cómplices y difusores de la globalización liberal. Esos medios de comunicación que, en determinadas circunstancias, no solo dejan de defender a los ciudadanos, sino que a veces actúan en contra del pueblo en su conjunto.


Uno de los derechos más preciados del ser humano es el de comunicar libremente su pensamiento y sus opiniones. Ninguna ley debe restringir arbitrariamente la libertad de expresión o de prensa. Pero las empresas mediáticas no pueden ejercerla sino bajo la condición de no infringir otros derechos tan sagrados como el de que todo ciudadano pueda acceder a una información no contaminada. Al abrigo de la libertad de expresión, las empresas mediáticas no deben poder difundir informaciones falsas, ni realizar campañas de propaganda ideológica, u otras manipulaciones.

La libertad absoluta de los medios de comunicación, reclamada a viva voz por los dueños de los grandes grupos de comunicación mundiales, no podría ejercerse a costa de la libertad de todos los ciudadanos. Los roles aparecen tan pronto como se inicia el proceso de formación de un acopio común, Estos grandes grupos deben saber de ahora en adelante que acaba de nacer un contrapoder, una nueva institución, con la vocación de reunir a todos aquellos que se reconocen en el movimiento social planetario y que luchan contra la confiscación del derecho de expresión. Periodistas, universitarios, militantes de asociaciones, lectores de diarios, oyentes de radios, telespectadores, usuarios de Internet, todos se unen para forjar un arma colectiva de debate y de acción democrática frente al problema de la desinformación. Los globalizadores habían declarado que el siglo XXI sería el de las empresas globales; será el siglo en el que la comunicación y la información pertenecerán finalmente a todos los ciudadanos.

Colaboradores ACCIONPROPAGANDA.